De tres Musas iniciales que portaban flauta, lira y bárbito, se pasó a las nueve conocidas, donde cada una de ellas se encargaba de susurrar a los oídos de los artistas sus secretos más profundos.
- Calíope, Καλλιόπη “la de la bella voz”, enredadora de rimas y hazañas imposibles.
- Clio, Κλειώ “la que celebra”, guardiana de la memoria del pasado.
- Erato, Ἐρατώ “amorosa”, los poemas líricos es su carta de presentación.
- Euterpe, Ευτέρπη “deleite”, maestra de la flauta
- Melpómene, Μελπομένη, “cantar”, sus historias nunca acaban bien.
- Polimnia, Πολυμνία, “muchos himnos”, baila sobre figuras geometrías.
- Talía, θάλλεω “florecer”, siempre dispuesta a hacer reír.
- Terpsícore, Τερψιχόρη “deleite de la danza”, hace se vibre con la música.
- Urania, Ουρανία “celestial”, con la cabeza en el manto que nos cubre por la noche.
Ya las alaba Homero en su Odisea:
Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos,
que, después de destruir la sacra ciudad de Troya,
anduvo peregrinando larguísimo tiempo.
O Virgilio en la Eneida:
Cuéntame, Musa, las causas; ofendido qué numen
o dolida por qué la reina de los dioses a sufrir tantas penas
empujó a un hombre de insigne piedad, a hacer frente
a tanta fatiga. ¿Tan grande es la ira del corazón de los dioses?
Un poco más avanzado en el tiempo, Dante y La Divina Comedia, Infierno II
¡Oh musas, oh altos genios, ayudadme!
¡Oh memoria que apunta lo que vi,
ahora se verá tu auténtica nobleza!
William Shakespeare tampoco pudo resistirse a ellas en el prólogo de Enrique V
Quién me diera una musa de fuego que os transporte al cielo más brillante de la imaginación; príncipes por actores, un reino por teatro, y reyes que contemplen esta escena pomposa…
Así pues, ¿se puede decir que existen las musas? ¿Qué hay algo sobrenatural que se acerca a nuestros oídos, penetra en la mente, nos lleva de la mano por recovecos que nunca habíamos visto antes? ¿Nos enseña el mundo con otros ojos? Puede que sean tan sólo historias que buscan una explicación a algo tan intangible como el tiempo, la memoria, los sueños. Una forma de contar a los niños la razón de que haya artistas que se pierden entre reglones negros y folios blancos. Que exista gente que, sobre un lienzo blanco, ve lo que puede llegar a ser. Que con un par de notas musicales se escriba una bella canción. Una manera de explicar que un día se quitaron las gafas de ver el mundo de forma diferente y dejaron a un lado la inocencia, el asombro por lo nuevo y el disfrutar de las cosas pequeñas de la niñez: un atardecer en el campo, un amanecer en la playa…. Dejaron de ver más allá de lo que es evidente y real.
¿O quizás no? Quizás si existen de verdad, que no son sólo imaginaciones. Que la figura que a veces atisbo por el rabillo del ojo, sobre mi hombro derecho, es una de ellas. Que se encuentran a nuestro alrededor buscando nuevos oídos por los que susurrar historias que flotan en el aire. Caprichosas. Traviesas. Esquivas. Revoltosas. Si crees en ellas, no las persigas: ellas sabrán encontrarte si ven que deseas de corazón adentrarte en el misterioso mundo del arte, de las letras, de la música. Pero mientras tanto, no dejes nunca de lado la mirada que te hace ver que un globo perdiéndose en el horizonte llega a encontrar el camino a un mundo donde se siembran los sueños.